El jefe debe enseñar a trabajar en la vida real cuando el empleado llega sin experiencia

Publicación
02 de septiembre de 2013
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José Ramón Pin Arboledas, Director del Centro de Investigación de Organizaciones (IRCO) y profesor de Dirección de Personas de IESE, ha dedicado muchos años a analizar los equipos de trabajo, sus componentes y los roles que adoptan las personas.

Pin defiende dos concepciones de Dirección de Personas. La primera es la actividad de todo directivo respecto a las personas que dependen de él. En ese sentido, afirma Pin, “la Dirección de Personas es el manejo de los estilos de dirección adecuados para que los colaboradores de un directivo consigan los resultados deseables, se motiven e ilusionen para ello, lo hagan de manera correcta de acuerdo con la cultura de la organización, con integridad y valores éticos, y se desarrollen profesional y humanamente”. La otra concepción lo indica el propio nombre del Departamento de Dirección de Personas, una forma moderna de denominar lo que se llama también Dirección de Recursos Humanos o antes, Departamento de Personal. Según Pin, “Dirección de Personas es la función que diseña, desarrolla e implementa las políticas en relación a los miembros de la organización, que se pueden agrupar en cuatro grandes áreas: compensación y retribución; carreras y flujo de personas en la organización, reclutamiento, selección, incorporación, promociones y salidas; diseño del puesto de trabajo, autonomía y tareas; y procesos de comunicación e influencia, incluidas las relaciones sindicales”. Y todo ello, actuando para facilitar los objetivos de dirección en las áreas funcionales y de negocio, dentro de la estrategia de la compañía.

Pin recoge una idea extendida, con cuyo mensaje está de acuerdo: las personas no se van de las empresas sino de los jefes. El profesor de IESE argumenta que el jefe es la personificación de la compañía ante el colaborador; es el contacto más directo con la cultura de la organización. Por ello, el jefe marca la carrera de sus colaboradores. En particular, el primer jefe de cualquier persona le marca su futuro. “Al elegir la primera empresa en la que trabajar, si se pudiera, lo que no es común, el criterio más importante es el jefe. Pero, como digo, casi nunca te lo dejan elegir”, razona Pin. Según este profesor, “el jefe debe enseñar a trabajar en la vida real, cuando el empleado llega sin experiencia”. Si el empleado la tiene, el jefe debe ayudarle a desarrollar su carrera profesional, actuando de mentor, indicando al empleado cuales son las rutas para moverse en la organización, como construir una red de intereses, cómo conseguir notoriedad en la empresa, dándole ocasiones de lucimiento. Además, es importante aprender del jefe cómo relacionarse en la compañía y cuáles son las relaciones importantes a conseguir y mantener, tanto dentro como fuera de la empresa. Si el jefe tiene éxito hay que analizar las causas por las que lo consigue; después ver si se puede imitar o no y el por qué. Pin concluye que “el jefe es el espejo donde mirarse, si es un buen directivo” y añade que, “desgraciadamente, no siempre lo son y en ese caso hay que buscar otros espejos y procurar cambiar de jefe si es posible”.

El profesor del IESE también ha estudiado el trabajo en equipo, que define como una práctica. “Es bueno tener noción teórica de en qué consiste, pero sólo con la práctica se consigue”. En ese sentido, es bueno observar los comportamientos de quienes trabajan bien en equipo para aprender. Pin afirma que “a veces es útil incorporarse a un equipo que tenga fama de hacerlo bien para incorporar sus prácticas. Hay actividades, como los deportes de equipo o el teatro, que aportan las competencias para ese trabajo en equipo”. En realidad esas competencias acaban siendo comportamientos espontáneos y recurrentes que ayudan a trabajar en equipo.

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