Menos esfuerzo, más eficiencia ¡Consíguelo!

Publicación
13 de septiembre de 2013
Lectura: 2 minutos
Imagen. Cómo mejorar tu rendimiento laboral. Adeccorientaempleo

La sociedad actual, en general, está habituada a las ocho horas de jornada laboral diaria. Una especie de consentimiento colectivo parece indicarnos que este es el tiempo que hemos de dedicarle a un empleo para garantizar nuestros ingresos. Pero ¿esto beneficia a nuestro rendimiento?

Sin embargo, ¿realmente necesitas ocho horas diarias para cumplir tus tareas? Esta pregunta es importante no sólo para quienes trabajan en una oficina, sino también para aquellos que lo hacen desde casa e incluso para quienes dedican esa cantidad de horas a buscar empleo.

A muchos de nosotros nos suele ocurrir que, sabiendo que contamos con esta cantidad de horas para realizar las tareas diarias, adaptamos mentalmente nuestras ocupaciones a este plazo de tiempo. Pero al generar ese ajuste solemos reducir inconscientemente nuestra efectividad.

Si logramos mejorar nuestro rendimiento y ser más efectivos, podremos aprovechar el tiempo libre para formación, realización de otras actividades o, simplemente, para el disfrute personal. Pero, ¿cómo hacerlo?

  1. Distractores I: Emails: muchas veces, las notificaciones instantáneas de emails se convierten en una distracción que nos impide enfocarnos en el trabajo. Establece horarios para su lectura. Por ejemplo, dos veces al día: al comenzar la jornada y al acabarla. De esta forma, te asegurarás de responder a todos en un tiempo razonable evitando ser distraído de tus actividades en cualquier momento.
  2. Controla el tiempo: a veces solemos reservar más tiempo del necesario para las actividades programadas. Pero el sabernos con más tiempo para acabar nuestros proyectos, nos lleva a emplearlo inconscientemente. En tu agenda, bloquea menos tiempo del ordinario para cada tarea que has de realizar, verás como poco a poco irás maximizando tu rendimiento y lograras reducir las horas empleadas en cada una de ellas.
  3. Distractores II: todos experimentamos la presencia de ciertos elementos que necesariamente nos sustraen de nuestras tareas y nos impiden concentrarnos: redes sociales, los mensajes de texto o el teléfono, por ejemplo, son algunos de los más comunes. Piensa cuál es el tuyo e intenta mantenerlo fuera de tu ámbito de trabajo. Así lograrás que tu atención se centre sólo en lo importante.
  4. Jerarquiza: reserva el primer horario matutino para la tarea más importante. Por diversos motivos, existen actividades, especialmente las más importantes o demandantes, que solemos dejar para el final, intentando inútilmente retrasar el momento de hacernos cargo de ellas. Si lo haces, probablemente emplearás más tiempo en las labores menores que has de realizar antes. Esto es porque buscarás inconscientemente no llevar a cabo aquella tarea más demandante y luego te verás presionado en tiempo para hacerlo rápidamente. Implementa el razonamiento inverso. Realiza el trabajo más pesado o difícil al comenzar el día y verás como el resto de actividades se resuelven más fácilmente.
  5. Invierte la lógica: comenzar a dar la vuelta al pensamiento habitual y entender que nuestra productividad no depende tanto de las horas invertidas en trabajar, sino de nuestra efectividad, te hará empezar a vivir más libremente tu profesión y tu vida personal. ¡Dedica a cada actividad el tiempo que realmente necesita y aprovecha el resto del día!
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