“Elegí la opción que no conocía”

Publicación
30 de enero de 2015
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Cuando la empresa para la que colaboraba en Londres le ofreció la posibilidad de un puesto en Montevideo (Uruguay), José Luis no dudó demasiado en embarcarse hacia ese nuevo destino. Una apuesta incierta pero seductora que permitió al periodista canario descubrir la realidad política y social de esa región latinoamericana. 

¿Hace cuánto tiempo y por qué decidiste ir a Montevideo?

Aterricé en el aeropuerto de Carrasco unas semanas después de que la empresa con la que colaboraba en Londres me incluyera en sus planes de expansión a Sudamérica, hace como año y medio. Me enteré del traslado del departamento fuera de Inglaterra e hice lo posible por alistarme. No sé qué razones condujeron a Uruguay, pero fue parte de una apuesta coral basada en factores como la estabilidad económica del país o su geografía favorable a las comunicaciones por satélite. Ante ese escenario podía trabajar en Uruguay o buscar trabajo en Inglaterra, y elegí lo que no conocía.

¿Cómo lo conseguiste?

Pasé un proceso de selección que se demoró algunas semanas hasta que la empresa matriz en Reino Unido me ofreció un contrato laboral en “el paisito”. Fue un paso de una seguridad relativa en el plano profesional y una apuesta incierta en el personal. Una vía de escape hacia un crecimiento en ambos sentidos en la que los gastos del traslado corrieron por cuenta propia.

¿Qué es lo mejor de la experiencia de vivir en esta ciudad?

Que casi no hay tiempo, porque parece haber todo el tiempo del mundo. Aquí se estilan las pausas en el trabajo, por ejemplo algunos negocios cierran varias horas por la tarde. Descansar está bien, pero alargar la jornada de manera intermitente no es necesariamente ideal. Otro hábito, que tiene que ver con la vida social, es que en parte se reproduce bien entrada la madrugada; nada que ver con la tendencia de socializar después del trabajo que se estila en otros lugares. Luego están los pequeños lujos, como carne vacuna de primera calidad o agricultura orgánica a precios más amables en comparación a Europa. Le escuché a Ferrán Adrià decir una vez que es más fácil encontrar un kilo de caviar en cualquier ciudad del mundo que comprar un kilo de tomates que sepan a algo. Bueno, aquí hay variedades con mucho sabor también en los productos mencionados. Eso que nace de la tierra o el pasto uruguayo. Respecto a lo que aporta la sociedad: ha sido interesante vivir el momento en el que el país destacó en el contexto internacional por su atípico y genial casi ya ex presidente, José Mújica, y sus políticas de apertura hacia nuevos mercados, entre ellas las que pueden enmarcarse en lo que expertos en la materia definen como políticas de reducción de riesgos.

¿Qué ha sido lo más difícil hasta ahora?

Tener el contrapunto enfrente, la ciudad de Buenos Aires. Aunque no se ve desde Montevideo -solo desde Colonia-, a menudo uno se gira para buscarla en un puro afán de incertidumbre. Igualmente es cierto que está a mano y eso también supone una ventaja, siempre según las intenciones del que mira.

¿Te ha costado adaptarte?

Es un país hispanohablante cuya capital, Montevideo, es la más europea de América del Sur, con las dimensiones de una gran ciudad y el espíritu de un pueblo. Aunque la inmigración es todavía limitada, poco a poco va en aumento la llegada de turistas. Una percepción contrastada con dueños de hostales en la capital a partir del fenómeno Mújica. Aparte de la dimensión futbolística de la Celeste (la selección uruguaya de fútbol) a nivel internacional, casi todo el mundo está de acuerdo en que el aumento del turismo coincide con la popularidad del presidente Mújica, como si su proyección hubiese servido de reclamo. Mi aterrizaje se produjo en ese contexto. Hay quienes se extrañan de que un extranjero llegue a su país para establecerse, creo que por un prejuicio positivo hacia lo que viene de fuera. Pero solo es cuestión de ciclos. En cualquier caso, al llegar tuve la sensación de haberla visitado antes. Como si el trayecto a la República Oriental del Uruguay hubiese supuesto un viaje a otro tiempo interior. Los dos factores del viaje, tiempo y espacio, hicieron que el precio del pasaje fuera más barato de lo que costó.

¿Qué le recomendarías a alguien que quisiera probar suerte allí?

La burocracia para la tramitación de la residencia es sencilla, eso ayuda. Luego recomendaría lo mismo que para mudarse a cualquier otro país: estudiar la oferta y la demanda laboral, hacer números… Si no le terminan de cerrar las cuentas, que no se preocupe, también hay futuro para la gente de letras. Y a título informativo, existe un acuerdo laboral entre España y Uruguay, de manera que el emigrante retornado puede trasladar de vuelta los años trabajados en el extranjero si llega a darse el caso. Uruguay, “no más”.

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