“Vivir en el exterior es un tesoro que nadie jamás te podrá quitar”

Aunque hacía muy poco tiempo que Natalia conocía a su pareja, la intuición le marcó el rumbo rápidamente y la joven argentina, estudiante de cine, se decidió a cruzar el océano para seguirle hasta las puertas mismas de la ciudad Condal. Hoy, más de cuatro años después, lejos de su ciudad natal, Natalia nos cuenta cómo es la vida, de continuas experiencias y desafíos, que día a día siguen construyendo juntos.

¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a dejar tu ciudad?

De manera rotunda fue el amor. Alguna vez en mi temprana juventud había fantaseado con la idea de conocer Madrid (no sé por qué) y varios años más tarde, mi pareja, a quien acababa de conocer, me propuso irnos durante un año a estudiar a Barcelona.

¿Cuándo llegaste a Barcelona? ¿Por qué elegiste este destino?

Llegué a Barcelona el 12 de septiembre de 2011 por la noche y pasadas las doce cumplí veintiocho años allí. Y creo que el destino no lo elegí, el me eligió a mí.

¿Tenías empleo al llegar?

Cuando llegué solo tenía una visa que me permitía estar un año en España y una matrícula en una escuela de cine. Y un mes después un amigo de esos que te regala la vida en estas circunstancias, me recomendó en una cafetería y empecé a trabajar de camarera.

¿Qué es lo mejor y lo peor de vivir fuera de tu país?

Lo mejor de vivir fuera de mi país, y más concretamente en un lugar como Barcelona, es que la mezcla de culturas que hay es increíble. Estar en conexión con este aspecto cotidianamente hace que uno se abra y se vuelva más tolerante y respetuoso de lo que lo rodea. Y poder viajar a destinos tan diversos, pero tan cercanos no tiene precio.

Y lo peor… lo peor es la distancia. Yo no he estado en Argentina desde hace cuatro años y eso pesa. Más allá de la tecnología y la facilidad de comunicación que proporciona, es el tiempo que pasa y no se recupera.

¿Cómo es tu vida en Barcelona? ¿En qué se diferencia de la vida que llevabas en tu ciudad de origen?

Mi vida en Barcelona difiere solo un poco de la que llevaba en Argentina. Yo soy de Paraná, pero vivía hacía varios años en la ciudad de Santa Fe, buscándome la vida igual que lo hago aquí. La diferencia es que antes tenía que trabajar más tiempo para poder vivir y no precisamente de lo que me gustaba. Aquí, en cambio, puedo hacer lo que me gusta y, además, tengo otros trabajitos que ayudan a nuestra economía. Esta vida la puedo hacer porque tengo un gran compañero a mi lado, no soy pretensiosa y no tenemos hijos aún, el día a día es nuestro pan, pero somos felices así.

¿Te costó adaptarte a tu nueva residencia?

La verdad es que no. Soy muy flexible ante los cambios, me gustan. Y Barcelona es realmente especial, te atrapa desde el primer minuto. Fue amor a primera vista.

¿Qué le recomendarías a alguien que quisiera vivir una experiencia en el exterior?

Que no tenga miedo. Que dude, pero que eso no lo detenga nunca. Creo que emprender la aventura con otra persona hace que todo sea más simple. Pero se hacen amigos en cualquier parte y, tanto si sale bien, mal, o más o menos, ese recuerdo se convierte en un tesoro que nadie jamás te podrá quitar.