Marta lo tiene claro: “¡Lo mejor de mi trabajo es que tengo el privilegio de hacer lo que me gusta!”, explica con entusiasmo y bromea al referirse a los inicios de su emprendimiento: “En el fondo fue por culpa de mi socia Vanessa…”.
Y entonces confiesa: “Yo nunca en la vida me hubiese planteado la idea de tener un negocio propio; pero un día ella lanzó la pregunta y sin darme cuenta ya estaba enfrascada pensando cómo abrir y desarrollar una pastelería en España después de haber vivido y tenido un empleo estable en Dublín durante tanto tiempo”.
Pero al evocar esos comienzos, Marta recuerda que también existieron algunas dificultades y considera que las principales fueron las que surgieron de las instituciones públicas y la financiación. “A veces lidiar con algunos funcionarios es una tarea imposible. Muchas veces ellos mismos se contradicen cuando vas a pedir información”. Sin embargo, la pastelera de León rescata: “¡Cierto es que mucho otros nos han ayudado un montón!”
Por su parte Marta explica que “la financiación es otra piedra en el camino. Las publicidades de los bancos son muy engañosas… ¿Que se puede conseguir financiación? Sí, pero con mucho esfuerzo”, advierte. Sin embargo, finalmente todos los esfuerzos han valido la pena y ella lo reconoce al repasar el momento más feliz de todos: “Abrir las puertas de la pastelería. ¡Ese fue un gran día!”.
Todo emprendimiento demanda sacrificios y mucho esfuerzo, por ello Marta subraya: “¡Un Plan de Negocio es fundamental! Es necesario para organizar de manera un poco más real lo que quieras montar. Es cierto que muchas veces hay que hacerlo con cifras ficticias, pero te hace valorar el mercado y te obliga a ser consciente de la inversión que tienes que hacer. Tenemos que ser reales, nuestro sueño puede ser viable o no.. no nos olvidemos que al final del día lo que queremos es vivir de esto”.
